lunes, 7 de enero de 2013

Regalos

Si algo les deseo para este 2013 son 365 despertares como el de un niño hoy [día de Reyes]: ese despertar tempranero sin alarma, sin gallo y sin sueño, ese abrir los ojos que usa como resorte las puras ganas de estrenar el día. Les deseo luego esa súbita conciencia de que es un día especial, ese rayo que les catapulte de la cama porque ahí, entre las sábanas, no se les ha perdido nada mejor que lo que les espera fuera, al final del pasillo (aunque también les deseo que entre las sábanas, donde se pierden tantas cosas, encuentren algo más emocionante que la autocompasión del “con lo bien que se está en la cama”).
Por no desearles el deseo imposible de que todos sus deseos se hagan realidad, les deseo –ahí es nada- que sigan deseando. Les deseo que recorran ese pasillo con la ilusión de encontrar algo al otro lado, y les deseo un pasillo largo, un espacio prolongado y cálido que recorrer descalzo con esa prisa que hace posponer cualquier rutina matutina, esa prisa arrepentida y laberíntica de quien desea acabar un buen libro que desea que nunca se acabe.
Les deseo ese momento de alivio en que, aún a cierta distancia, vislumbren esa colección de zapatos fuera de lugar, donde hay regalos para todos. Les deseo que no conozcan la soledad de un zapato desnudo rodeado de zapatos cubiertos de regalos, y que si la conocen no la permitan.
Les deseo unos días envueltos en papel de regalo, cada uno distinto al anterior, de formas y tamaños diferentes, y les deseo que lo que encuentren en este año no coincida exactamente con la medida de lo imaginado. Es penoso ver esos pequeños contables que abren los regalos lista en mano y van tachando, punteando su carta a los Reyes Magos, como si hubieran firmado un acuerdo comercial y pudieran llamar a un 902 para reclamar lo que falta, cuando no demandar a Sus Majestades por incumplimiento de contrato; y es triste, aunque aleccionador, verles comprobar cómo lo pedido no siempre es lo deseado, porque las pistas de coches de Hot Wheels y las muñecas nunca hacen en la realidad las cosas que hacían en el anuncio de la tele.
Les deseo pues ilusión, esperanza, seguridad y sorpresas pero no desengaños. Les deseo todo eso si han sido buenos, claro. Si no, carbón, del de azúcar, y caries.
Y me detengo ahí, ante los regalos primorosamente envueltos, ante los lazos, los papeles de estrellitas, sus brillos metálicos, antes de rasgar el papel, porque “hasta ahí puedo leer”, que decía Mayra Gómez Kemp en el “Un, dos, tres”. Y lo más bonito del programa era siempre antes de que saliera el apartamento en Torrevieja, antes de abrir el regalo, y porque lo que les deseo es el momento de la posibilidad. Y ya si eso abriremos los regalos el año que viene.

Este texto apareció publicado en Heraldo el 6 de enero de 2012, digo, 2013.
Y ustedes, queridos lectores, ¿fueron buenos?

2 comentarios:

Óscar dijo...

Qué texto más bonito, Oro. Quien no despertara con el positivismo que pides, debería conectar el ordenador y leer inmediatamente este artículo.

Mara Oliver dijo...

Me guardé tu regalo antes de que cumpliese el plazo ;) ya sabes que soy una urraquilla que agarra con todo lo que brilla :P
Como he sido buena, los reyes majos me han dejado muchas ideas y deseos nuevos y me han cumplido un par, :')
y hasta ahí puedo leer ;)
Mil besos!!!