viernes, 23 de agosto de 2013

Una piedra en el corazón (Té con Ana María Matute)

¡Ay, Ana María! ¡Qué ilusion saber que tú también temes sonar cursi!
¿Yo? ¿Por qué lo dices, Oro?
Por lo de la entrevista esa que te hizo Jesús Ruiz Mantilla para El País donde comentabas que habías tenido un día malo, que no se te ocurría nada, cosa que, por cierto, también me hizo ilusión...
Gracias, maja.
—¡No, no!, perdón. Me refiero a que me hizo ilusión saber que no solo me pasaba a mí. Y luego contabas que cuando te pasaba eso, sentías que estabas acabada y era como si se te pusiera una piedra en el corazón. Y entonces decías: "Qué cursi, ¿no?".
Bueno, es que me quedó un poco cursi, ¿no?
Pues a mí más que cursi me pareció tristísimo. Una piedra en el corazón... Aunque luego me puse a pensar que igual no era tan triste porque... ¿Y si la piedra es una pirita? ¿O una rosa del desierto? ¿O un cuarzo que va creciendo y abriéndose paso en el pecho?
Cómo se nota que de pequeña coleccionaste minerales, hija mía.
Yo no. Mi hermano.
Ana María asiente y, con gesto de personaje de Jane Austen, dedica una mirada a su hijo por encima de la taza de té antes de dar un sorbo.
¿Y si la piedra fuera un rubí? pregunto. Un rubí rojo y resplandeciente en lugar del corazón.
Ay, Begoñita. Sí que eres un poco cursi tú...
¡O una esmeralda!
Mira, eso ya me parece mejor. O igual no. Igual es que sencillamente a mí me gustan las esmeraldas.
Ya. Sencillamente. Las esmeraldas.
Ana María suelta una risita antes de aleccionarme:
Mujer, decir "una piedra" es decir algo gris, sin vida, un peso con el que se escachan las hormigas y los saltamontes.
Verdes.
Ana María ignora mi comentario de fan.
Entonces, entonces... insisto. Una piedra en el corazón no solo es tristísimo, ¡es algo contra natura! Porque un corazón es rojo, palpitante... ¡es la vida! Y la piedra...
Pero yo no dije una piedra en lugar del corazón. Yo dije una piedra dentro del corazón.
¿En serio?
Lee, lee.
Busco la entrevista y localizo rápidamente el fragmento. Efectivamente, ahí pone: "Cuando pasa eso, es como si se te colocara una piedra dentro del corazón".
¿Una piedra dentro del corazón? ¿Una piedrecita molesta? ¿Como quien dice "una piedra en el zapato"? pregunto—. Pero entonces, no es tan grave. ¡Y no es nada cursi!
Ana María no me escucha. Está mirando unas hierbas que crecen a pocos metros.
¿Qué es eso? ¿Hierbabuena?
Esmeralda bromeo.
Anda, tráeme una hojita, por favor.
¿Para el té?
No es té, tontuela me dice bajando la voz.
Pero...
Me inclino para asomarme al interior de la taza de porcelana pero la Matute se me adelanta:
Bebe, bebe dice sonriendo mientras me la acerca como quien ofrece una poción.
Bebo. Donde esperaba un earl grey, me encuentro un gin-tonic. Procuro no toser. Ana María me guiña un ojo.
Sí quedará bien con hierbabuena, sí logro decir con voz ronca mientras dedico mi mejor sonrisa al hijo de Ana María Matute.

Y todo esto créanselo porque me lo he inventado.

En la imagen, tomada este día: la Matute y la Oro oteando la hierbabuena.

3 comentarios:

Begoña R. dijo...

Delicioso... todo.

Abrazos.

Cristina dijo...

Genial :). Y me han encantado la entrevista y el discurso que has enlazado.

Mai dijo...

Grande. Como siempre :)