viernes, 23 de enero de 2015

Tapices del revés y cerveza de jengibre (Por qué #LeoAutoresEspañoles)

Hace unas semanas una autora asquerosamente joven, Iria G. Parente, a la que -vergüenza infinita- tengo pendiente leer, inició un movimiento llamado #LeoAutoresEspañoles. Las redes se llenaron de lectores que presumían de leer autores españoles, y de autores españoles -cómo somos- que venían a hablar de su libro. Qué le vamos a hacer. La vida del escritor es asín.
Reconozco que, por un momento, todo este rollo de defender el producto literario nacional me recordó a los agricultores franceses volcando camiones de naranjas valencianas y melocotones fragatinos en la frontera, y también un poco al burrito de Shrek en modo "elígeme a mí". Pero bien mirada, si no la pervertimos, la iniciativa es muy chula. No consiste en  quemar best-sellers estadounidenses sino en abandonar libros españoles, dejar una obra nuestra en un lugar secreto e ir dando pistas. (Ya se lo contaré mejor cuando se acerque la fecha, que es el 18 de abril). De hecho, me he apuntado, como tantos otros autores (¿por qué casi todos de juvenil o de género fantástico?). Y me he apuntado convencida, porque creo que sí tenemos grandes motivos para leer autores españoles, y no solo nuestra propia supervivencia como autores, que esa nos importará a nosotros pero a los demás, plin.
Yo leo autores españoles, claro. ¿Qué si no? Pero ¿por qué? Pues por encontrar cosas como ese "plin". Me temo que me faltan finura y conocimientos para explicar esto. Pediré refuerzos. ¡La caballería (andante) a mí!
Dice el Quijote:
"me parece que el traducir de una lengua en otra, como no sea de las reinas de las lenguas, griega y latina, es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que, aunque se veen las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se veen con la lisura y tez de la haz."
Y yo diría que la literatura en lengua española, más que la la literatura de autor español, es, para los hispanohablantes, nuestro tapiz del derecho. It's all about language. ¿Lo ven? Hay cosas que no hay forma de traducir. Y eso que hay fantásticos traductores, incluso de lenguas que no son el griego y el latín, que hacen que casi olvidemos que estamos viendo un tapiz del revés, pero, me parece a mí, que también traduzco, que hay palabras, estructuras y expresiones que salen en el Quijote que nunca, jamás, encontraremos en una traducción.
Vale que hay muchísimos libros escritos en lengua española donde tampoco encontramos mucho vocabulario cervantino. Pero incluso esos, incluso los libros con más historias que literatura, tienen un valor especial si están escritos por -ahora sí- autores españoles. Se lo intentaría explicar, pero no llegaría a hacerlo mejor de lo que ya lo hizo, mutatis mutandis, Chimamanda Adichie en El peligro de la historia única. Chimamanda creció en Nigeria leyendo historias de personajes blancos de ojos azules que bebían cerveza de jengibre y que se ponían locos de contento cuando salía el sol. Cuando aquella niña negra rodeada de personas negras hartas de ver días soleados, cuando la niña empezó a escribir, con siete años, también sus personajes (blancos) bebían cerveza de jengibre. Normal. ¿Cómo puedes llegar a explicarte a ti mismo, que es comprenderte a ti mismo, sin referentes próximos a tu realidad? Yo acabo de comprender el grupo de wasap de la clase de mi hijo, y las madres que lo habitamos, leyendo a María Frisa, y desternillándome de paso. Imposible que una Mary Freezer lo clavara así.
Y por todo esto, porque me gustan los tapices del derecho y el anís del mono, que es el mejor, la ciencia lo dijo y yo no miento, creo que hay que leer autores españoles.

Y autores mexicanos, y autores argentinos, y cubanos, y peruanos, y residentes en Miami.

Y hay que leer autores sudafricanos, portugueses, japoneses, estadounidenses. Hay que leer escritoras húngaras, poetas polacas, periodistas argentinas, dramaturgos canadienses nacidos en el Líbano.

Hay que leer a Tahar Ben Jelloun. Hay que leer, mucho, a David Grossman. Para no matar a nadie.

Leer, como nos recordaba Julia, de la librería Antígona, a Foster Wallace -qué cosas- para "llegar a los treinta años, o incluso a los cincuenta, sin querer pegarte un tiro en la cabeza".

En la imagen (tan española), de la serie España Oculta de la fotógrafa (española) Cristina García-Rodero: autores españoles cargando con nuestra cruz.

4 comentarios:

Sabela dijo...

Esto va sólo de autores españoles que escriban en castellano o también de autores españoles que escriban en cualquier lengua del país?
De todos modos, como bien dices, si no se pervierte es una buena iniciativa.
Abrazo!

La Oro dijo...

Buena pregunta, Sabela.
En el texto que informa de la iniciativa habla de "autores nacionales", así que entiendo que incluye a todos los autores ¿nacidos en? España, escriban en la lengua que escriban, ya sea castellano, catalán, gallego, euskera, bable o patués. Pero no soy nadie para decirlo. Supongo que lo podrías preguntar a la organización a través de Facebook.
¡Abrazo!

Yolanda dijo...

Hola, quería darte las gracias; ¡encontré tu libro! (y eso q tú no estás en Facebook y yo no estoy en Twitter) y no fue por casualidad sino que lo busqué. Fue emocionante. Hasta me hice fotos en la frutería con tu libro y mi alegría :D
Después de leer la dedicatoria te diré que uno de mis superpoderes es la perseverancia (creo q por eso lo encontré) pero tal vez después de leer el libro descubra alguno más ^^
Lo acabo de empezar y ya se lo he recomendado a mis hijas y a mis alumnas. Creo que me va a gustar mucho, ya te contaré.
Pues eso, q MUCHAS GRACIAS por liberar el libro y también por compartir este blog, me gusta entrar de vez en cuando, así es como descubrí la iniciativa "leoautoresespañoles" y mira q casualidad q es aquí donde he terminado el juego. :)
Un saludo de una humilde admiradora.

La Oro dijo...

¡¡¡Yolanda!!! ¡¡¡Qué alegría más imprevista!!! La verdad es que cuando dejamos el libro, mi hijo dijo: "Yo creo que le has caído mal a la frutera. Me parece que se lo va a quedar". Aunque tampoco habría estado mal con tal de que lo leyera. ¡¡Pero me hace mucha ilusión saber que lo buscaste y lo encontraste, y que lo estás disfrutando!! Muchas gracias por todo, por leer el blog, por la búsqueda, por participar en este invento que ha resultado tan divertido, por contarlo aquí... Un fuerte abrazo.